Esto es mi frigorífico, aquí con dos imanes adherida está la foto de mi padre. Todos los días desde hace bastante tiempo lo veo siempre y lo saludo. ¿Por qué decido escribir de nuevo algo sobre mi padre? .
Hoy en la ducha descifré por fin mi cláusula de sensaciones. Porque no necesito visitar una cafetería monumental o un parque con diseños jardineros para darme luz acerca de mi capacidad de análisis y percepción. No me satisface lo sofisticado. Y empecé a darme cuenta que he estado trabajando mucho internamente, más de lo que piensan todos mis familiares más cercanos y conviven conmigo. He seguido la enfermedad de mi padre con mucha cercanía. Hice comprar a mi pareja un coche para poder visitarlo en cuanto fuera necesario.
En los viajes para ver mi padre, era maravilloso, me sentía libre, quería contárselo a él, sé que le gustó. Recorrí toda Europa hasta mi pueblo en España, eran 27 horas de viaje, 2811,2 km. Dos veces. Como él dijo debo seguir mi vida y visitarlo para que el viera que estaba bien. Y luego él mismo me mandaba al carajo para que me fuera. Lo típico que hace cada padre del mundo. Te fabrica unas alas para que puedas ser libre. He decidido escribir esto no por que no he superado el momento más delicado que tiene un hijo con su padre. No. Porque debo explicar que analizando mi vida, es la que quiero, y cómo la quiero. Y porque sí me conozco. Y gracias a las facilidades que tengo ahora, todo al lado por ahora. Porque he aprendido que todo cambia, todo se modifica. No puedo afianzarme a lo que me rodea, no sirve para nada.
Que todo es como una foto, da igual como lo enmarques, es una parte emocional, que te conmueve y enseña. Eso que le sucede a tu padres es lo mismo que te sucede a ti, estás envejeciendo, y es el camino de la vida, por dónde todos vamos a pasar. Esto no es nuevo, ya lo conocemos, pero es bueno que pase, para darte cuenta lo que pasa dentro y fuera de ti.
Cuando veo a mi padre en las fotos, me veo a mi misma. Realmente es lo que me espera al final de mi vida. Es que a nadie se le pasa por la cabeza, lo fantástico que te enseña tu padre. Y lo maravilloso del riesgo de la vida. Y vivirla día a día, interiormente. Saber conocerse cómo individuo. Vivir dentro y fuera. Tener soledad cuando se quiera y aceptarla. Porque el tuvo que aceptar la soledad. Mi papá era sordo. No oía bien. Tenía problemas siempre para oír. Tenía un gran mundo interior. Era lo que era a pesar de su des capacidad desde su infancia. Por eso yo hablo tan alto siempre. Adaptarse a convivir. Los malentendidos, las discusiones, las explicaciones, ¿te imaginas?, diferente. Abdicar sobre otra persona, porque no puede hacerse cargo, no comprende bien, no oye bien. Acaso, debo decir que no fue fácil para mi. ¿Y para él?.
Y si, el me esperó, para irse. Gracias. Te lo agradezco. No solo por esperarme. Por quererme y aceptarme tal y cómo soy. Aunque tengas todas tus dudas de cómo vivo y cómo lo hago. No te importa. Me has visto feliz y eso basta.
He hablado contigo, me lo explicaste todo, y lo entendí. Papá, puedes irte tranquilo, he aprendido a ser feliz y a disfrutarlo. Ya no tengo miedo. Ser diferente no me causa malestar, no vivo por la aceptación de la gente. Estoy más grande y más fuerte. Yo te recuerdo siempre, cuando pinto papá, veo tus manos que me las regalaste, incluido tu ingenio y creatividad. El tiempo ha pasado y sigue pasando. Esto no es un paro en el tiempo lo que pasó, si no un alto. La vida no es corta, la vida son todos los días. Sonreír es un verdadero placer y agradecer por seguir aquí en este paraíso. Papá, nos vemos!
Y así te recuerdo, riendo y pasando la vida feliz.
Tu hija se despide de ti, con todo el amor del mundo, porque te lo mereces, papá gracias y ve tranquilo!
